jueves, 7 de marzo de 2024

 






                


EL SOLDADITO




Si hay algo que me conmueve es la belleza... Soy sensible a ella, 
sé reconocerla... No puedo decir que de eso depende mi amor hacia alguien, no... ¡Pero la primera vez que me enamoré (de verdad) fue por los ojos! Los ojos físicos y los de la intuición... ¡Mi gran súper poder!

A pesar de haber estado en el mismo espacio por un par de días, no habíamos coincidido. Él y yo éramos parte de la grabación de una serie de cinco capítulos. Él era parte del elenco de actores, yo, solo una extra. 

Uno de esos últimos días de grabación, mi grupo fue llamado a la plaza principal del pueblo que habían construido para la filmación. Fui a paso rápido, sin saber que, en pocos segundos, mi vida cambiaría.

Llegué a la plaza, me coloqué en el lugar asignado y a menos de dos metros, hacia mi derecha, ¡estaba él, vestido de soldado medieval! ¡Sentí como si me atravesara un rayo! ¡Vi un relámpago y un arcoiris! El tiempo se detuvo y, casi, casi, mi respiración.

Me pareció tan lindo, que me dieron ganas de saltar de la emoción y abrazarle... Estaba parado con la espalda recta, la barbilla en alto y la mirada perdida... Perecía pensar en algo muy profundo o muy esquivo como el amor o la calma...



Y aunque el director grito: ¡Acción!, yo no podía dejar de mirarle y rogaba, en mi interior, que me mirara... Nunca lo hizo. Solo seguí viendo por largo tiempo ese perfil afilado y hermoso.

El rodaje terminó y nunca cruzamos miradas, mucho menos palabras. Vi que el grupo de actores de su ciudad subían al transporte que les llevaría al aeropuerto, y solo me quedó darle gracias al Universo por darme algo tan hermoso que ver, aunque fuera por tan poco tiempo.




El mágico soldadito de perfil afilado y hermoso se fue y yo me despedí de él para siempre... Nunca lo olvidé y nunca pensé volverlo a ver. 

Pero cuatro días después, al llegar a un evento escolar de mi hija menor, alcancé a divisarle cuando él bajaba las mismas gradas que yo subía. ¡Sentí una emoción indescriptible! Tanta, que le cerré el paso... A pesar de la sorpresa, él fue generoso y no huyó.

El soldadito medieval, de perfil afilado y hermoso, nunca más se fue de mi vida. Y hoy, que compartimos todos los días con sus noches, sé que es más lindo por dentro que por fuera...



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