martes, 31 de octubre de 2023

 


Un ser inolvidable


No digo que lo quise mucho, porque aún lo quiero... La gente muere, pero los sentimientos siguen vivos...

Siempre digo que hay gente que no debería morirse nunca, él es uno de ellos: Jaime José Fabre Plaza, mi suegro (no ex suegro, de él no me divorcié), mi padre para muchas cosas, mi amigo... ¡Un ser inolvidable!

Hoy es el día de su cumpleaños, habría (mos) celebrado sus 89 años, con una calabaza de Halloween, unos vinos y muchas risas. Pero Jaime-zito, como todos lo conocíamos, se fue hace casi un año. Este es mi homenaje a su vida.

A Jaime lo recuerdo siempre risueño, no recuerdo haberle visto enojado, aunque (un par de veces, tal vez) algo contrariado. Pero él era así, un tipo con una palabra siempre lista para la broma...

Lo conocí, sin querer, en una fiesta a la que asistí en su casa, sin imaginarme que tres años después sería su nuera, la mami Pau, como me llamó siempre. Lo recuerdo en shorts, con esas piernas delgadas como todo él y una palabra amable y divertida. ¡Fue amor a primera vista!


Alguna vez escribiré un libro y lo usaré de personaje, porque puedo pasarme horas y horas recordándole con mil y más anécdotas...

Cómo no mencionar su amor a Chile, donde estudió la universidad y cómo izaba la bandera de la estrella solitaria cada septiembre. Cómo no verlo en mi mente, preparando caramelo ¡con una paciencia! para los pasteles de Su pancito, la panadería familiar. El olor a caramelo inundaba toda la casa y siempre admiré su fuerza de voluntad, porque nunca le vi caer en la tentación de probar ni un grano de azúcar, pues su condición de diabético no se lo permitía.

Jaime-zito era famoso por izar otras banderas: una negra con una cabeza de calavera en el centro (como la de los piratas) cuando estaba enojado con alguien y no quería recibirlo en casa...  Y la bandeira verde amarela de Brasil, en los Mundiales de fútbol.

De él recuerdo y admiro su devoción por La Dolorosa, por San Judas Tadeo. Su amor por Lalita, su madre. Su adoración por Yoya, su esposa, mi suegra querida. Verle la sonrisa en los ojos cuando la miraba, siempre me conmovió. Cómo se reía de sus ocurrencias. ¡Ese amor que se notaba a leguas!


                                        

Ese cafecito negro y caliente que tomaba todas las noches con pan tostado, el jazz que cuando lo escucho me saca lágrimas. No he podido escuchar Take five, de Dave Brubeck, desde que Jaime murió, sin llorar por un buen rato..

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                 https://www.youtube.com/watch?v=vmDDOFXSgAs



Con él conocí a Miles Davis, a Gilberto Gil, a Caetano Veloso, a Pat Metheny, a Ivans Lins, a Candy Dulfer, a Les Luthiers... Fue un gran melómano y un gran maestro para mí. Me terminó de educar en la música y él sabe bien el gran trabajo que hizo conmigo... 

Él y la familia entera estaban llenas de dichos. Con ellos escuché, por primera vez, aquello de que "todo pie sucio, encuentra su zapato roto", cuando en algún momento hablábamos de que una pareja son tal para cual. 

Jaime nunca trató de educar ni de dar lecciones de nada, pero hablar con él siempre fue muy divertido. Sus frases eran lapidarias...

Recuerdo que una vez, mi cuñada menor llevó a la casa a su novio, con quien luego se casó y tuvo dos hijos. Quien nunca nos pareció muy brillante que digamos, y a quien se le notaba que quería (a toda costa) caerle bien a su potencial familia política... sobre todo al suegro.

Así que, un domingo, en la sobremesa del almuerzo, salió a relucir el tema de los bomberos. En Guayaquil ser bombero no es cualquier cosa. De hecho, aunque es algo muy riesgoso, es algo bien visto y que llena de orgullo a las familias de rancio abolengo. Recuerdo que hablábamos de alguien en particular a quien todos admirábamos (hasta Jaime) por su valor.

Y este chico, novio de mi cuñada, creyó capturar, allí mismo, la oportunidad de ganarse al suegro y expresó su interés por unirse a la sacrificada labor de los bomberos guayaquileños... Así que muy suelto de huesos y seguro de meter gol (me imagino) preguntó:


- Don Jaime, ¿y qué se necesita para ser bombero?

Jaime, quien tenía una intuición desarrolladísima y no se le escapaba ni una, respondió, sin inmutarse: ¡Tres fotos tamaño carnet y ser cojudo!...

El pobre aspirante fue por lana y salió trasquilado.


Ese era Jaime-zito, mi suegro, mi padre para muchas cosas... mi amigo. ¡Un ser inolvidable!

 

¡Feliz cumple Jaime!

 


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